También se la conoció como La Campaneta, ya que en ella existía una campana que se hacía sonar para marcar los turnos de descanso y trabajo de los jornaleros. La finca albergaba una amplísima extensión de terreno para la explotación agrícola y ganadera. Alejada de casa se encontraba el invernadero, la vaquería, los corrales y la huerta con árboles frutales. Naranjos, mandarinos y ciruelos, eran regados por las aguas traídas de las acequias.
La tipología de la vivienda es de tipo suizo, con ese nombre se designan las viviendas de la Huerta alicantina que recuerdan a las construcciones helvéticas. Está distribuida en dos plantas, la baja y una primera más la cubierta cruciforme. En la techumbre sobresalen los aleros de madera, que originariamente eran de color verde. Al oeste de la vivienda se encontraba un jardín de recreo donde aún se conservan palmeras, pinos y una buganvilla que tienen más de 130 años. El jardín contaba con unos bancos recubiertos de azulejería floral, de color azul y blanco, grabados en verde, aparecían los nombres de los abuelos de la última propietaria, Dña. Carmen Ivorra Piñol.
Durante la Guerra Civil española, la finca Pedro José al igual que muchas otras fincas de la Huerta alicantina, fue incautada y pasó a convertirse en residencia militar, convirtiéndose en la comandancia y residencia familiar del teniente coronel D. José Muñoz Vizcaíno. En este periodo se mandó construir por sus nuevos inquilinos un refugio antiaéreo de tipo túnel, forrado de ladrillos con dos accesos desde el exterior del inmueble.
En abril de 1939, Sant Joan d’Alacant fue testigo de un episodio crucial que permitió el fin de la contienda. En los últimos días de la Guerra Civil, Pedro José fue el escenario del cambio de poderes de la capital Alicantina, una claudicación diplomática, sin derramamientos de sangre. Los protagonistas de este hecho histórico fueron el farmacéutico mutxamelero D. José Mallol Alberola que estaba en contacto con la Junta Militar de la Defensa Franquista, quien negoció con el teniente coronel D. José Muñoz Vizcaíno, segundo jefe de la Comandancia Militar de Alicante, un final de guerra incruento. La relevancia del hecho viene acentuada al recordar que Alicante fue la última capital republicana en rendirse al bando nacional.
¿Sabías que…?
Originariamente los propietarios de la finca también eran dueños de La Concepción, otra importante finca de la población. Éstos la vendieron en 1890 al matrimonio D. Pedro Piñol Queraltó de origen catalán y Dña. Elvira Escolano Cortés nacida en Onil.

Esta casa fue ocupada por tres generaciones de la familia llamada Els Piñolets, cuyo nombre le viene dado por su fundador D. Pedro Piñol Queraltó. El matrimonio tuvo dos hijos, José y Carmen Piñol Escolano (1904-1985). La vivienda pasó a la hija Dña. Carmen quien estaba casada con el conocido médico de la Fábrica Tabacalera de Alicante, D. José María Ivorra Gosálvez (1899-1960). Tuvieron tres hijos, Carmen, José María y Amparo, respectivamente. La hija mayor, heredaría la finca tras la muerte de su madre.
Dña. María del Carmen Ivorra Piñol, para todos, Dña. Carmen, fue junto con su esposo el murciano D. Miguel Martínez-Mena Rodríguez los últimos en vivir en Pedro José. El matrimonio alternaba la residencia de Alicante en el casco antiguo, en los meses de invierno y ocupaban la casa de Sant Joan, en los meses de verano hasta pasadas las Fiestas del Cristo. En 2008 falleció D. Miguel y ella tras deshabitar Pedro José, vendió la vivienda quedándose con los muebles y objetos de su abuela Dña. Elvira. Tras su fallecimiento en 2015, todas sus posesiones y fortuna pasarían a los hijos de su hermana Dña. Amparo.
La vinculación de esta familia con el municipio de Sant Joan es incuestionable y puede remontarse al menos de mediados del siglo XIX. La protagonista es la bisabuela paterna de Dña. Carmen Ivorra Piñol, la señora Dña. Leonor Ferrándiz, casada con el médico y alcalde de Sant Joan d’Alacant, D. Pedro Ivorra. La anécdota histórica ocurrió en tiempos del reinado de Isabel II que tras triunfar la revolución gloriosa en 1868, la nueva comitiva se dirigió a la casa del matrimonio en la calle San Antonio, donde le exigieron la entrega de la vara del pueblo. Dña. Leonor asomada a la ventana de su casa, fue la encargada de devolver la vara y evitar la humillación pública de su marido, el relegado alcalde. Otro dato sobre Dña. Leonor es el escudo de armas que se conserva en el altar de la capilla de San Pedro de la Parroquia San Juan Bautista, relacionado con la construcción o la restauración en 1897 de la Capilla.
En cuanto a la familia paterna de Dña. Carmen, tanto su padre José María Ivorra Ferrándiz, casado con Dña. Vicenta Gosálvez, como sus tíos, Francisco y Pedro heredaron la profesión del abuelo, el prestigioso médico D. Francisco de Paula Ivorra Ferrándiz (1862-1932) y del bisabuelo, el alcalde de Sant Joan, D. Pedro Ivorra. Un cuarto de año después de la muerte de D. Francisco de Paula, en 1958, el municipio le dedicó una calle en Sant Joan d’Alacant por la admirable trayectoria profesional como médico titular en San Juan desde 1901. Él fue quien se encargó de atender a las religiosas de la Santa Faz y a los salesianos de El Campello, especialmente durante la dura epidemia de gripe de 1918.
Durante la Guerra Civil española, la vivienda fue incautada por la comandancia militar, por lo que sus legítimos dueños, la familia de Dña. Carmen Piñol y D. José María Ivorra fueron acogidos por su amigo D. Vicente Rocamora y reubicados en la finca El Jabalí.

Después de la guerra, tras recuperar la familia su finca, se decidió ocultar las entradas del refugio antiaéreo edificado durante la contienda. La hija de los caseros, Dña. Rafaela Baeza Seva y la hija mayor de los propietarios de la finca, Dña. Carmen llegaron a conocer el refugio. El cegamiento del refugio coincidió con diversas reformas que configuraron Pedro José como un palacete clásico burgués. Se construyó la vivienda de los caseros y una nueva cochera anexa al inmueble. Pero la obra más llamativa que se realizó fue la construcción de una torre sobre las estancias de la servidumbre, intentando rememorar las torres de defensa del siglo XVI de la Huerta y recuperando espacios internos de la casa para la familia. Con la última rehabilitación finalizada en el 2011, la torre fue desmontada, junto con la biblioteca y bodega.